15. This boy's life (Michael Caton-Jones, 1993)
Seguro que a sus 19 años Leo quería ser de mayor Robert De Niro. La inspiración de la escuela de los 70 sale a pasear cada vez que se cabrea o Lady Gaga le abrasa el brazo con sus caderas. En 'Vida de este chico' DiCaprio aborda un papel emocional con la seguridad de que el guion es tan tópico y De Niro está tan aburrido que podrá destacar como lo poco salvable de un película floja. La filmografía de Leo suele entrar bien en cualquier momento, pero esta es mejor dejarla para el domingo por la tarde.
14. Celebrity (Woody Allen, 1998)
Sólo a Woody Allen la obsesión por la fama le llevaría a cuestionarse el sentido de la vida. DiCaprio fue una audaz elección para interpretar a una estrella adolescente que viste como un One Direction y que no tiene ni idea de qué hacer delante de todos esos fotógrafos. Magistral para los fans de Allen y curiosa para el resto del planeta, 'Celebrity' quedará para siempre como un testimonio de aquel año en el que DiCaprio habría ganado las elecciones presidenciales si se hubiera presentado. En cualquier país.
13. Romeo + Juliet (Baz Luhrmann, 1996)
El proyecto era arriesgadísimo. Una adaptación contemporánea de 'Romeo y Julieta', con peleas de bandas, travestismo y música disco. En esta fiesta loca, el Romeo que construye DiCaprio es un triunfo: aporta al mito unas exultantes y contagiosas ganas de vivir, lejos de otros 'romeos' depresivos, y abraza la estupidez de todo héroe romántico sin caer en la parodia. Esta extravagancia ahora icónica le valió el Oso de Plata al mejor actor en el Festival de Berlín. Ejemplo de cómo una interpretación brillante hace digna a una película deshilachada.
12. Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008)
La reunión de la pareja de 'Titanic'. Esta parábola de la decepción de América consigo misma sugiere que lo mejor que le pudo pasar a Jack Dawson (el personaje de DiCaprio en 'Titanic') es no subirse a esa tabla. La química con Kate Winslet sigue intacta, pero aquí está intoxicada por el mundo real. El plano fijo del "cumpleaños feliz" radiografía la cara de DiCaprio pasando de la culpa a la lástima, el asco y la decepción. Una escena interpretada con las entrañas en la que el actor desaparece para encajar por todos nosotros un puñetazo en el estómago de nuestra civilización cobarde.
11. Shutter Island (Martin Scorsese, 2010)
Shutter Island es otra colaboración de Scorsese y DiCaprio, que te mantiene tenso desde los primeros minutos. En la película, Leonardo juega el papel de un agente federal, Teddy Daniels, quien dirige la búsqueda de un asesino de niños. La investigación lo lleva a un hospital para criminales dementes en la isla Shutter situada cerca de Boston. Leo actúa de un modo que comienzas a sentir todos sus sentimientos de temor, desconfianza y dolor.
10. The Basketball Diaries (Scott Kalvert, 1995)
Con 20 años DiCaprio demostró que no tiene miedo a nada y por tanto está dispuesto a hacer cualquier cosa si cree en su personaje. Basada en la autobiografía del escritor Jim Carroll, condensa la visión impetuosa de la vida salvaje post-adolescente que nunca puede ni debe durar más de un año. Llega un momento en el que esnifar lejía deja de parecer una buena idea, pero la furia de esta película lleva la sublevación generacional hasta la línea de meta y DiCaprio se cuelga la medalla.
9. What's Eating Gilbert Grape? (Lasse Hallström, 1993)
Es la primera película importante de DiCaprio. Leo protagoniza el papel de Arnie, un joven de 18 atrapado en los 4 años de edad. Parece como si en realidad estuvieran filmando a una persona con enfermedad mental. En esta película fue donde por primera vez se lució el gran talento de DiCaprio, al actor lo nominaron a los premios Óscar y al Globo de Oro.
8. The Aviator (Martin Scorsese, 2004)
La cinta del magnífico director Martin Scorsese acerca de uno de los personajes más excéntricos en la época dorada de Hollywood, millonario, inventor y productor de cine, Howard Hughes. DiCaprio encarna magistralmente la imagen de un loco genial que con la misma facilidad que construía aviones, filmaba películas y tenía romances con las mujeres más bellas del cine de su tiempo.
7. Catch Me If You Can (Steven Spielberg, 2002)
El drama policiaco de Steven Spielberg Catch me If You Can le dio a Leonardo una nominación a los «Globos de oro» pero fue ignorado por la Academia del cine. El actor se transformó en Frank Abagnale, un adolescente estafador que buscaba una vida grandiosa.
6. The Departed (Martin Scorsese, 2006)
Los dos mejores graduados de la Academia de Policía se ven inmersos en polos opuestos: uno de ellos es un agente de la mafia que hace parte de la policía (Matt Damon) y el otro es un «topo» infiltrado en la mafia (DiCaprio). Cada uno se compromete a encontrar y destruir al enemigo; la vida enmascarada distorsiona mucho el mundo interior de los personajes.
5. The Revenant (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Dos horas en pantalla, solo, sin casi hablar y muy cabreado. El DiCaprio menos racional que hemos visto hasta ahora que utiliza todo su cuerpo para interpretar, dejando que sus ojos sean su único atisbo de una humanidad que, por otra parte, va perdiendo en pos de la superviviencia. Un rodaje salvaje en el que acabó hecho polvo y con la barba llena de pulgas, sudor que probablemente se vió recompensado ganando su primer Oscar como mejor actor.
4. Django Unchained (Quentin Tarantino, 2012)
El terrateniende esclavista Calvin Candie es un precipicio en la carrera de DiCaprio. El actor no supo o no quiso hacerle carismático. A punto estuvo de liarse a puletazos con Tarantino durante el rodaje. La dinámica anárquica del director, a quien le gusta probar ideas nuevas en cada toma, no fue terreno fértil para la profesionalidad estricta de DiCaprio. Este villano indefinido demuestra que la salvaje línea entre el horror y el humor necesita compenetración entre el director y sus actores.
3. Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002)
Esta película que está permanentemente a punto de ser brillante desvía la atención hacia "las manos que construyeron América" en perjuicio de sus personajes, tan anónimos como esas hordas de inmigrantes que cumplieron la pesadilla americana. Resulta emocionante ver cómo DiCaprio devuelve cada revés interpretativo de un Daniel Day-Lewis que no da crédito a que el niñato de 'Titanic' no se esté achantando y se pone más histérico en cada nueva escena.
2. Inception (Cristopher Nolan, 2010)
Cinco años después seguimos sin entenderla, pero sí sabemos sentirla. El protagonista, Dom Cobb, recrea la obcecación acomplejada que DiCaprio ya personifica en 'Shutter Island', pero aquí la imaginación es ilimitada. DiCaprio es el gancho emocional de un universo puramente cerebral, precisamente porque él ha perdido la cabeza por Marion Cotillard (normal, por otra parte) y su instinto le impide disculparse por su egoísmo. Cuando un personaje no tiene nada que perder, sus deseos son su única razón para existir. DiCaprio se apodera de la película sin resultar el ególatra irritante que su personaje sí es en el guion. Él entiende muy bien lo que se siente cuando tu ambición es todo lo que tienes. Es lo que le ha llevado hasta donde está ahora.
1. The Wolf of Wall Street (Martin Scorsese, 2013)
Testimonio eléctrico de la entrega incondicional de DiCaprio con su mentor Scorsese. El actor, poseído por el monstruo de Jordan Belfort, esnifa cocaína en el culo de una prostituta, se arrastra por el suelo paralizado por las drogas y usa a un enano como bola de cañón confiando en que Martin sabrá darle sentido a este circo. Claro que sabe. Malentendida como una elegía a la corrupción moral, esta película es un espejo grotesco de los hijos del Watergate que ahora hacen el mundo girar movidos por instintos viscerales: el sexo, el poder y la violencia. A diferencia de otros actores, a DiCaprio no le preocupa que su personaje resulte perverso y desagradable para el espectador medio. Ya rechazó 'American Psycho' por miedio a dañar su imagen pública y aún debe estar lamentándose (el Dicaprio actual aceptaría sin dudar). Su trabajo en esta película es abrumador: no hay nada de Leonardo en Jordan Belfort. Aquí el actor es sólo un recipiente y, lo que es peor (o mejor), nos acaba vendiendo el condenado bolígrafo.
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